Por Aracely Torres
Siempre me he definido como una profesional amante de los datos; mi pasión por los números es algo que quienes me conocen saben que es parte de mi esencia, soy de la academia que lo que no se mide no se controla y lo que no se controla es efímero – no obstante, leer hasta el final–
Con las nuevas tecnologías en donde se incorporan herramientas para el procesamiento de los datos — todas las relacionadas al BI, BA, Big Data, Inteligencia artificial, Machine Learning, entre otras…sin duda han marcado un hito en la historia de la industria; y en mi vida personal y profesional sin lugar a duda también.
Hoy me permito escribir fragmentos de mi aprendizaje para que sean multiplicados.
Disfruto demasiado compartir el conocimiento adquirido, cuando descubro algo nuevo me ganan las ansias de replicarlo en mis clases, he sido docente aproximadamente por 16 años —contados a la fecha que escribo estas líneas— en este hermoso quehacer me rodeo de tantas personas, cada una con sus propios contextos, objetivos, experiencias — nuestro punto de encuentro, el deseo de aprender y descubrir–.

No pierdo oportunidad de explicar algo técnico con ejemplo de uso cotidiano, siempre he pensado que conceptos complejos explicados con escenas de nuestro día a día son más fáciles de comprender; me gusta desarrollar casos de usos que impliquen una cercanía con la audiencia, de forma que facilite su entendimiento.
Los datos representan hechos, pero los datos son elementos discontinuos, por lo que, para llegar al conocimiento debemos crear vínculos (relaciones) entre ellos, las personas entendemos mucho mejor con historias que sólo recibiendo datos, nos interesamos más cuando hay un contexto de por medio, cuando contamos con una historia generamos mayor impacto, ya que se tiene un suceso del cual emerge el análisis para la toma de decisiones.
Por tal razón y con el compromiso de siempre hacer visible mi testimonio de vida en medio de un diagnóstico de cáncer, recientemente decidí incorporar mi caso a una sesión de Machine Learning que dicté en un programa de maestría.
En 2018 fui diagnosticada con cáncer de mama ductal invasivo grado 3., pobremente diferenciado; en ese entonces tenía 34 años, el tumor era bastante grande (5.7cm) y de acuerdo a las pruebas inmunohistoquímicas dio un resultado que clasificaba al cáncer como un triple negativo, hasta ahí la historia no pintaba tan mal; lo verdaderamente alarmante era la velocidad con que se reproducían las células anormales, las cuales en el indicador 𝐊𝐢-67 dieron un resultado de 95% (Este es un dato increíblemente aterrador y cierto).
En las siguientes líneas entenderán porque las nuevas tecnologías han marcado un hito en mi historia personal.
Como buena amante de los datos, sin duda en este caso tan trascendental los datos jugaron un papel importantísimo, sin embargo, el uso dado a los mismos fue lo que tuvo gran impacto en la obtención de los resultados esperados, he de confesar que no usé los datos de manera plana, ni estadísticas descriptivas por si solas, tampoco hice pronósticos que se basaran exclusivamente en datos históricos, por el contrario lo que hice fue aventurarme a crear un modelo de aprendizaje supervisado, en donde me tomé el tiempo y el espacio necesario para ser muy selectiva en la obtención de datos, recuerdo muy bien elegir minuciosamente las fuentes de donde serían tomados y definir con mucha responsabilidad mis variables.
Al desarrollar este modelo sabía que me enfrentaba a un reto, ya que los resultados deseados se contraponían a las estadísticas, las cuales se inclinaban descaradamente a un pronóstico de muerte ante el diagnóstico recibido, definitivamente ¡no la tendría fácil! así que decidí valerme de mis conocimientos y de mi poca experiencia entrenando modelos para adentrarme en materia, no sin antes alinear cualquier esfuerzo a mi estrategia, para tal caso revisé mi Balanced Score Card y me centré en mis objetivos estratégicos, establecí muy bien el plan de acción, definí métricas y submétricas específicas, metas, tiempos, y fui muy cuidadosa en todo el proceso.
Proporcioné al modelo un conjunto de datos etiquetados en los cuales garanticé que hubiera alta representación de pacientes con cáncer que habían tenido una alta esperanza de vida en diagnósticos similares, estudié varias variables como: edad, género, tipo de cáncer, etapa de diagnóstico, tratamientos recibidos… todas éstas fuera de mi control, sin embargo encontré dos variables “Actitud” y “Determinación” sobre las cuales tuve el alcance de determinar sus valores, y con ellos me fui a entrenar mi modelo, los incluí llenos de esperanza, de fe, de respeto, sacrificio, orden, amor propio, entrega, humildad y hoy puedo compartirles que por más de 5 años este modelo sigue arrojando pronósticos de vida.
Las grandes lecciones que me ha dejado esta experiencia extraordinaria de vida, hoy las comparto con todos ustedes:
Aprendí a ver la vida con ojos de misericordia, a tener mayor empatía, a ver más allá de los datos, a saber, que el control es un espejismo, a entrenar para alcanzar metas, a compartir las experiencias y hablar de las cosas buenas, a ser multiplicadora de fe y esperanza, a vivir desde la gratitud y a enseñar para dejar un legado. En términos de tecnología aprendí a usar los recursos y las herramientas a mi favor, creo que el “secreto” está en saber que queremos y trabajar en ello para obtener los resultados esperados.
Gracias por leerme hasta aquí, les prometo que cada palabra que han leído ha sido escrita con mi alma desnuda.
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